Mientras se está festejando el Bicentenario del Paraguay, vienen al presente las imágenes de la enorme tragedia que significó la Guerra de la Triple Alianza, o mejor dicho Guerra de la Triple Infamia, cuando tropas de Argentina, Brasil y Uruguay cometieron uno de los más grandes genocidios del siglo XIX contra el pueblo Paraguayo.
La guerra que comenzó en 1865, terminó en 1870, con una derrota total del Paraguay, cuyos guerreros nunca se rindieron, pero que significó un desastre humano, social y demográfico: la población del país, aproximadamente 1.525.000 habitantes antes de la guerra, fue reducida, en 1871, a unas 221.000 personas (la mayoría eran niños y mujeres) luego de las cruentas batallas, de los que solamente unos 28.000 eran hombres.
Fue un enorme genocidio finaciado por Inglaterra para derribar al gigante guaraní que tenía industrias y altos hornos y disputaba en los mercados de la época la hegemonia comercial de la región. La plata, siempre la plata. Los intereses económicos y financieros sobre la sangre de miles y miles de inocentes. Bartolomé Mitre fue el conductor argentino de los ejércitos fratricidas al servicio de los intereses de las oligarquías cipayas y de la corona inglesa.
Paraguay perdió gran parte de su territorio (169.174 km²) y fue obligado a pagar una abultada indemnización de guerra: el préstamo de £ 200.000 recibido de Inglaterra debió saldarse con sucesivas refinanciaciones, llevando la suma a £ 3.220.000.
No fue la primera ni la última oportunidad donde "las fuerzas del bien pelan por la libertad" y en nombre de una entelequia manipulada matan a millones de seres inocentes. Y a través de los tiempos siguen mintiendo, e instalan falacias justificando el horror y la ignominia.
Pasa en Palestina desde 1948, cuando los poderoso del mundo se confabularon para crear el Estado de Israel y dejar afuera a los pueblos árabes y la creación de su propia nación. Pasó en Vietnam cuando los yanquis bombardeaban aldeas con napalm; en Argelia cuando los franceses torturaban y asesinaban; en Libia con los aviones de la OTAN protegiendo vidas civiles a fuerza de bombas y misiles. En Afganistan y Pakistan, donde el petroleo es más valioso que la vida; en Irak donde se inventaron armas de destrucción masiva que llenaron titulares en los diarios justificando la invasión.
Revisar la historia, construír una nueva, un destino común, es parte del desafío que tenemos por delante los pueblos suramericanos para reparar las heridas del pasado, oponernos a los intereses imperiales, y caminar juntos por la felicidad compartida.
Perdón por los dolores ocasionados por nuestros compatriotas de entonces...
¡Y ahora: Felicidades, hermanos paraguayos!
2 comentarios:
Y Recordar que fue cristina compañero, en aquel acto de fin de mandato de nestor, por el banco del sur, quien pidió disculpas publicamente al pueblo paraguayo en nombre del argentino...
Bien Mancu; yo siento exactamente lo mismo.
Y me dio orgullo que al fin una presidenta en éste país haya puesto en su lugar lo que fue aquella bruta infamia. Y lo mal que les cayó -como corresponde- a los asquerosos del diario La Nación.
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