ASADO

Camino de piedras. Las bardas al fondo, los álamos custodiando el paso entre las chacras de peras y de manzanas. Veníamos de la orilla norte del río, de Isla Jordán, donde la balsa cruza los autos para ir hacia Neuquén.

En una curva, veo un horno de barro y un hombre que sacaba una bandeja de carne y chorizos al sol de octubre radiante. Pará pará, mirá que buena foto. Saco la mano por la ventanilla y le muestro la cámara para pedirle permiso. Hace señas para que vaya.

Frena, me bajo apurado. Viene del otro lado un auto, me da paso respetando mi ansiedad. Cruzo la calle al trote, me acerco al alambrado. Sonreímos. El hombre posa con su tesoro sabroso. Clic. Clic.

-¿De dónde son?
-De Buenos Aires.
-Yo viví un año y medio en Soldati... vamos River todavía, aguante la franja.
-Qué bueno que volvió a estos pagos, aquí es hermoso.
-Tome amigo lleve- y empieza a cortar carne.
-Nooo gracias.
-Lleve, lleve para sus amigos.
-No, no gracias, no se haga problemas. estamos yendo a almorzar.
-Por favor, lleve amigo, vea que linda esta Argentina que tenemos... y viva Kirchner 2011- me sorprende.
Me doy vuelta, hacia el auto, como para irme, y mi amiga me dice que agarre que no lo desprecie. Reculo.
-Ah, bueno compañero, gracias... y viva Cristina también...
-Pero claro, por supuesto, con ella mucho mejor todavía... Que le vaya bien, buen viaje.


Subí al auto. No lo podían creer. Traía un pan cortado al medio, con más de medio kilo de exquisito asado del valle. Listo para el sacrificio. Arrancamos. Saqué la mano haciendo la V.

Viva Perón... grité mientras el polvo del camino borroneaba el horno de barro por la luneta.

Daniel Mancuso