martes, 1 de julio de 2008

ENRIQUE CADICAMO


Al mundo le falta un tornillo
(Tango, 1933. Música: José María Aguilar, letra: Enrique Cadícamo)

Todo el mundo está en la estufa,
Triste, amargao y sin garufa,
neurasténico y cortao...
Se acabaron los robustos,
si hasta yo, que daba gusto,
¡cuatro kilos he bajao!
Hoy no hay guita ni de asalto
y el puchero está tan alto
que hay que usar el trampolín.
Si habrá crisis, bronca y hambre,
que el que compra diez de fiambre
hoy se morfa hasta el piolín.

Hoy se vive de prepo
y se duerme apurao.
Y la chiva hasta a Cristo
se la han afeitao...
Hoy se lleva a empeñar
al amigo más fiel,
nadie invita a morfar...
todo el mundo en el riel.
Al mundo le falta un tornillo
que venga un mecánico...
¿Pa' qué, che viejo?
Pa' ver si lo puede arreglar.

¿Qué sucede?... ¡mama mía!
Se cayó la estantería
o San Pedro abrió el portón.
La creación anda a las piñas
y de pura arrebatiña
apoliya sin colchón.
El ladrón es hoy decente
a la fuerza se ha hecho gente,
va no encuentra a quién robar.
Y el honrao se ha vuelto chorro
porque en su fiebre de ahorro
él se “afana” por guardar.
Al mundo le falta un tornillo,
que venga un mecánico.
pa' ver si lo puede arreglar.



Los mareados
(Tango, 1942. Música: Juan Carlos Cobián, letra: Enrique Cadícamo)

Rara..
como encendida
te hallé bebiendo
linda y fatal...
Bebías
y en el fragor del champán,
loca, reías por no llorar...
Pena
Me dio encontrarte
pues al mirarte
yo vi brillar
tus ojos
con un eléctrico ardor,
tus bellos ojos que tanto adoré...

Esta noche, amiga mía,
el alcohol nos ha embriagado...
¡Qué importa que se rían
y nos llamen los mareados!
Cada cual tiene sus penas
y nosotros las tenemos...
Esta noche beberemos
porque ya no volveremos
a vernos más...

Hoy vas a entrar en mi pasado,
en el pasado de mi vida...
Tres cosas lleva mi alma herida:
amor... pesar... dolor...
Hoy vas a entrar en mi pasado
y hoy nuevas sendas tomaremos...
¡Qué grande ha sido nuestro amor!...
Y, sin embargo, ¡ay!,
mirá lo que quedó...



Garúa
(Tango, 1943. Música: Aníbal Troilo, letra: Enrique Cadícamo)

¡Qué noche llena de hastío y de frío!
El viento trae un extraño lamento.
¡Parece un pozo de sombras la noche
y yo en la sombra camino muy lento.!
Mientras tanto la garúa
se acentúa
con sus púas
en mi corazón...

En esta noche tan fría y tan mía
pensando siempre en lo mismo me abismo
y aunque quiera arrancarla,
desecharla
y olvidarla
la recuerdo más.

¡Garúa!
Solo y triste por la acera
va este corazón transido
con tristeza de tapera.
Sintiendo tu hielo,
porque aquella, con su olvido,
hoy le ha abierto una gotera.
¡Perdido!
Como un duende que en la sombra
más la busca y más la nombra...
Garúa... tristeza...
¡Hasta el cielo se ha puesto a llorar!

¡Qué noche llena de hastío y de frío!
No se ve a nadie cruzar por la esquina.
Sobre la calle, la hilera de focos
lustra el asfalto con luz mortecina.
Y yo voy, como un descarte,
siempre solo,
siempre aparte,
recordándote.
Las gotas caen en el charco de mi alma
hasta los huesos calados y helados
y humillando este tormento
todavía pasa el viento
empujándome.





Enrique Domingo Cadícamo nació el 15 de julio de 1900. Fue poeta, escritor y autor teatral. Murió el 3 de diciembre de 1999. Con él se fueron también: Rosendo Luna y Yino Luzzi, sus seudónimos. Y cuando murió Enrique Domingo Cadicamo, se fue el último de los grandes poetas del tango, uno de los integrantes de esa generación constituída por Héctor Pedro Blomberg, José González y Cátulo Castillo, Pascual y José María Contursi, Enrique Santos Discepolo, Homero Expósito, Celedonio Esteban Flores, Francisco García Jiménez, Alfredo Le Pera, Homero Manzi y Manuel Romero.

Cadicamo fue un gran poeta de Buenos Aires, en sus versos le cantó: al amor fugaz (Nostalgias, La luz de un fósforo), a la "mishiadura" de la crisis del 30 (Al mundo le falta un tornillo), al regreso al hogar materno (La casita de mis viejos), al reencuentro con un viejo amor (Por la vuelta), a la mujer sin amor (Nunca tuvo novio), al barrio (Tres esquinas), a la amistad (Tres amigos), al cabaret (Palais de Glace), a la timba (Naipe), al mundo de la noche y al triunfo efímero y posterior decadencia de "la mujer de vida alegre" (Pompas de jabón, Vieja Recova, Muñeca brava, ¡Che papusa, oí!, Callejera), al trágico amor juvenil (La novia ausente), a la añoranza por el Buenos Aires lejano (Anclao en París), a la soledad (Garúa), a la parodia de los guapos (Compadrón), al dúo Gardel- Razzano (El morocho y el oriental), al dolor de la despedida (Los mareados), a la angustia de la espera (No vendrá)...



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