lunes, 24 de marzo de 2008

Las DICTADURAS





1

El democrático gobierno de Hipólito Yrigoyen había sido elegido por una amplia mayoría, pero los opositores se habían ocupado de hacer una campaña de desprestigio tal, que nadie reaccionó ante el levantamiento que llevó al poder al general José Félix Uriburu, el 6 de septiembre de 1930, que fue reconocido como presidente de facto por la Corte Suprema de Justicia en una Acordada (nombre que reciben las decisiones de este alto tribunal) del 10 de septiembre de 1930.

Uriburu fue el iniciador de lo que más tarde se haría una costumbre, asumir la calidad de legislador a través del dictado de decretos- leyes. Su mandato fue conocido como la “década infame” por las atrocidades cometidas, como el asalto al comité central de la UCR (Unión Cívica Radical) partido al que pertenecía el ex presidente Irigoyen, en cuyo domicilio ingresaron, y quemaron sus pertenencias.

Disolvió el Congreso nacional, intervino las provincias, implantó el estado de sitio y la ley marcial (las personas imputadas de algún hecho delictivo son juzgadas por autoridades y tribunales militares). Clausuró diarios, reprimió sindicatos y permitió la tortura a opositores.



2

Ramón S. Castillo fue interventor en la provincia de Tucumán durante cinco meses, en 1930, en el gobierno de facto del general Uriburu. Desde 1932 a 1935 fue senador nacional por su provincia, y luego ministro del Interior, cargo que renunció al aceptar la candidatura a vicepresidente. Con la renuncia del presidente Roberto M. Ortiz por razones de salud, el 27 de junio de 1942, le correspondió a su compañero de fórmula, Ramón S. Castillo, por mandato de la Constitución Nacional, finalizar el período para el que habían sido elegidos: 1938-1944.

El presidente Castillo consideraba el fraude como una parte más de la política. Si un gobierno estaba sólo apoyado por una minoría de votantes tenía que recurrir al fraude electoral para no perder el poder. En política interna, en octubre de 1941 disolvió el Concejo Deliberante de la Capital, muy desprestigiado desde 1936 por el negociado de la CHADE (Compañía Hispano-Argentina de Electricidad). Se agregaba el arreglo de los concejales, recibiendo mensualmente retribuciones por las concesiones a las líneas de colectivos. El autoritarismo de Castillo era cada vez mayor, y al declarar el estado de sitio, en diciembre de 1941, preguntándole algún periodista si el decreto había sido aprobado por la totalidad de los ministros, contestó con picardía provinciana: "Sí, por unanimidad... de uno. O sea yo, que soy quien decide".

Un nuevo golpe de Estado se produjo el 4 de junio de 1943. Diferente esta vez, lo encabezaba la Logia semisecreta GOU (Grupo de Oficiales Unidos), cuyos miembros eran oficiales de las Fuerzas Armadas para que ocupasen los principales cargos administrativos y políticos del gobierno. Juan Domingo Perón se convierte en la figura clave del GOU y de la revolución del 4 de junio 1943 cuya proclama redacta. Perón insiste que tiene que ser una revolución con grandes reformas estructurales: la batalla era contra la injusticia social.

Deponen al presidente Castillo. El primero en asumir, el general Arturo Rawson, estuvo menos de tres días a cargo del gobierno, asumiendo el general Pedro Pablo Ramírez que gobernó durante ocho meses, siendo desplazado por su vicepresidente, el general Edelmiro Farell, el 24 de febrero de 1944.

En esta etapa comienza a surgir una figura que más tarde, descollaría en el escenario político de la Argentina: Juan Domingo Perón, que en ese momento revestía el grado de Coronel, quien ocupó la Secretaría de Trabajo, el Ministerio de Guerra y la Vicepresidencia de la Nación.

El presidente de facto, Farell, hizo renunciar a Perón, en su candidatura a las próximas elecciones y lo confinó a la isla Martín García. En su apoyo, las masas populares, los obreros, jornaleros, y trabajadores que veían en Perón el protector de sus derechos laborales, se levantaron el 17 de octubre de 1945
e invadieron el centro histórico de la ciudad de Buenos Aires y llenaron la Plaza de Mayo. Obtuvieron como resultado la libertad de Perón, el restablecimiento de las libertades y de los partidos políticos, y la anticipación de las elecciones generales para febrero de 1946.

 


Almirante Rojas y General Aramburu

3

El golpe de estado del 16 de septiembre de 1955, conocido como Revolución Libertadora, fue dirigido contra el segundo gobierno constitucional de Juan Domingo Perón. Tres meses antes, el 16 de junio, los mismos militares bombardearon la Plaza de Mayo. El golpe fue realizado por distintos sectores. Tomó el gobierno el general Eduardo Lonardi, quien al asumir disolvió el Congreso y designó nuevos ministros en la Corte Suprema de Justicia, adictos a sus órdenes, concentrando de ese modo los tres poderes del estado. A pesar de afirmar que no habría "...ni vencedores ni vencidos", se ensañó con el peronismo tomando sus locales gremiales.

Sin embargo, dentro de los mismos militares, había discrepancias. La oposición liberal que quería ingresar al FMI (Fondo Monetario Internacional), triunfó, por lo que se relevó al militar nacionalista Lonardi, por otro militar liberal, el general Pedro Eugenio Aramburu. Éste inicio la llamada “política gorila” contra el peronismo, tratando de hacerlo desaparecer.


4

Otra dictadura surgió el 29 de marzo de 1962, y fue contra el gobierno constitucional de Arturo Frondizi, quien había asumido en 1958, por un pacto con el peronismo, por el cual se comprometía a legalizar a ese partido. Durante su gobierno, Frondizi, sufrió la presión constante de los militares, que le obligaron, entre otras cosas, a declarar el estado de sitio y a romper relaciones diplomáticas con Cuba.

Al ser depuesto por las fuerzas armadas y conducido detenido a la isla Martín García, asumió como Presidente, el Presidente del Senado, José María Guido, quien convocó a elecciones, asumiendo en 1963, Arturo Illia con sólo el 25 % de los votos. Con tan poco apoyo popular, se pudo montar una campaña de desprestigio que precipitó el golpe, que llevó a cabo el general Onganía el 28 de junio de 1966.
La intención del gobierno radical, de permitir la participación del peronismo, fue el detonante para la toma del poder por los militares golpistas.


5
 
El gobierno de Juan Carlos Onganía, la llamada Revolución Argentina, tuvo ciertas particularidades. La mayoría de los gobiernos de facto asumían para recomponer la situación y convocar nuevamente a elecciones, en este caso, Onganía llegó para quedarse. Nunca aseguró que cumpliría la Constitución ni que su gobierno fuera provisional. Las leyes supremas fueron el Acta de la Revolución Argentina y el Estatuto de la Revolución Argentina.

En 1970, Onganía fue reemplazado por un golpe interno militar, asumiendo el general Roberto Marcelo Levingston, quien a su vez fue reemplazado,

en 1971, por Alejandro Agustín Lanusse designado por la Junta de Comandantes, quien convocó a elecciones.

Se sucedieron los gobiernos constitucionales de Héctor Cámpora, representante del peronismo, ya que Perón estaba excluido, quien asumió el 25 de mayo de 1973, y que duró 49 días, dando lugar a la elección de Perón, asumiendo bajo la fórmula Perón-Perón, ya que su vicepresidente, era su segunda esposa, María Estela Martínez de Perón.







6

La dictadura militar en Argentina que comenzó el 24 de marzo de 1976 y finalizó el 10 de diciembre de 1983, se autodenominó: PROCESO DE REORGANIZACIÓN NACIONAL.
 
El 24 de marzo de 1976 ocurrió lo que muchos esperaban: Se produjo el golpe de Estado que derrocó al gobierno Constitucional de Isabel Perón, quien fue detenida y trasladada a Neuquén. La Junta de Comandantes asumió el poder integrada por: el Almirante Emilio Eduardo Massera, el Teniente Gral. Jorge Rafael Videla, y el Brigadier Gral. Orlando Ramón Agosti
. Designó como presidente de facto a Jorge Rafael Videla. Dispuso que la Armada, el Ejército y la Fuerza Aérea compondrían el futuro gobierno con igual participación.

El régimen militar puso en marcha una represión implacable sobre la gente y todas las fuerzas democráticas: políticas, sociales y sindicales, con el objetivo de someter a la población mediante el terror de Estado para instaurar terror en la población y así imponer el "orden", sin ninguna voz disidente. Se inauguró el proceso autoritario más sangriento que registra la historia de nuestro país. Estudiantes, sindicalistas, intelectuales, profesionales y otros fueron secuestrados, torturados, asesinados y "desaparecidos". Mientras tanto, miles de argentinos se exiliaron.







En 1977, con la visita oficial de Videla a Venezuela viajaron Carlos Ovidio Lagos, José A. Romero Feris, Luis Federico Leloir, Alfredo Lanari, Juan Manuel Fangio, Roberto De Vicenzo, Bonifacio Del Carril, Rogelio Polesello, Ary Brizzi, Pedro Ignacio Calderón, Guillermo E. Alchourron, José Gogna, Enrique Eskenazy, Juan Carlos Negrini, José Federico López, Guillermo Maria Yeatts, Edmundo Rivero y Pascual Mastellone. Todos ellos viajaron como invitados especiales del gobierno militar.





José Alfredo Martínez de Hoz fue designado ministro de Economía y, el 2 de abril, anunció su plan económico. La gestión de Martínez de Hoz fue totalmente coherente con los objetivos que los militares se propusieron: arrastrar a millones de argentinos a la exclusión económico-social. en 1977 se inicia un cambio estructural orientado a transformar radicalmente la economía del país en beneficio de sectores concentrados, con base transnacional financiera.










Un mojón del nuevo modelo fue la reforma de la ley de entidades financieras, la liberalización de la cuenta capital, una política monetaria ultrarestrictiva y la tablita cambiaria que generó un profundo retraso cambiario.

Las altas tasas de interés en el marco de la estabilidad cambiaria crean un proceso de ingreso de capital financiero que facilita un boom de importaciones. Todo ello unido al creciente cortoplacismo financiero afectó profundamente a la inversión y al conjunto de los sectores productivos.

El programa incluyó además el aumento del gasto en armamentos y obras de infraestructura costosa y de baja rentabilidad social todo lo cual provocó, en el marco de la desregulación financiera, un crecimiento explosivo de la deuda externa pública y privada para financiar el creciente déficit gemelo externo y fiscal.

La crisis fiscal se agravó con la reducción de los aportes patronales y el vaciamiento de la seguridad social. Ello exigió mayores ajustes, el sobre—endeudamiento de las empresas del Estado para financiar al Tesoro y la reducción del gasto social incluyendo la transferencia de hospitales y escuelas sin recursos a provincias y municipios. La inviabilidad de la tablita ante la esperable falta de convergencia de los precios internos a los externos y el nuevo contexto global de fuertes subas en las tasas de interés, condujeron a una crisis bancaria y cambiaria que llevó al default en 1982.

Durante este período, la deuda empresaria y las deudas externas pública y privada se duplicaron. La deuda privada pronto se estatizó, cercenando aún más la capacidad de regulación estatal. Con ese clima económico, la Junta Militar impuso el terrorismo de Estado que, fuera de enfrentar las acciones guerrilleras, desarrolló un proyecto planificado, dirigido a destruir toda forma de participación popular.






Videla visitado por Jorge Luís Borges, y Ernesto Sábato entre otros...





El mundial de Futbol 1978
 

La realización y conquista del Mundial de fútbol 1978 fue el primero de los objetivos centrales que persiguieron los militares de la dictadura argentina en su afán por perpetuarse. Durante el Mundial, las Madres de Plaza de Mayo sufrieron mucho la indiferencia del pueblo, el ataque desde los medios adictos diciéndoles que eran antinacionales, ya que hablaban en contra del Mundial. Triunfó el equipo argentino en medio del delirio popular, y entre militares y ciertos periodistas se extrajo la conclusión de que el objetivo de mostrar una Argentina en paz había sido logrado. Sin Embargo, muchos argentinos y quienes seguían las transmisiones en Europa, sabían que no era esa la realidad, y que miles de argentinos estaban detenidos y desaparecidos en los campos de concentración clandestinos mientras la alegría del triunfo se manifestaba por las calles.








LA COORDINACIÓN REPRESIVA EN LATINOAMÉRICA


La operatividad represiva ilegal no sólo fue realizada dentro de los límites del terrorismo de Estado nacional sino que las actividades de persecución se realizaron sin limitación de fronteras geográficas, con la colaboración de los organismos de seguridad de Estados limítrofes, los que procedían a la detención de personas sin respetar orden legal alguna.

Incluso operaron dentro de nuestro territorio agentes represores extranjeros, que procedieran a la detención de ciudadanos uruguayos, paraguayos, chilenos, bolivianos y de otras nacionalidades. Estos habitantes extranjeros fueron secuestrados dentro de la mayor clandestinidad e impunidad y entregados a las autoridades de los países de origen. Algunas de las víctimas ostentaban el carácter de refugiados, algunos con su radicación legalizada, y otros bajo el amparo del Alto Comisionado de las Naciones Unidas. Haberlos privado de tal condición demuestra una clara transgresión de derechos internacionales reconocidos.

La metodología utilizada consistió en la interrelación de los grupos ilegales de represión que actuaron con aquella clandestinidad a la que se ha hecho referencia clara violación de la soberanía nacional.

Lamentablemente lo que ha ocurrido es demostrativo de la existencia de un aparato represivo típicamente “multinacional”. Años más tarde se conocería que esta coordinación tenía el nombre de “Operación Cóndor”. A su amparo, las fuerzas de represión extranjeras pasaron a integrar los llamados "grupos de tareas", dedicándose a secuestrar, interrogar bajo tortura, asesinar o a proceder al traslado de sus compatriotas a los centros clandestinos de detención ubicados en sus propios países.








Conflicto del Beagle





Luego del Laudo Arbitral de 1977, Argentina estuvo al borde de la guerra con Chile en 1978. Lo que estaba en juego eran tres islas del extremo sur, sobre el Canal de Beagle. Este conflicto había surgido en el siglo XIX como consecuencia de un tratado de límites firmado entre Chile y Argentina que obviaba legislar sobre la soberanía en las aguas del canal y sus islas Lennox, Picton y Nueva.







La guerra de Malvinas
Durante la dictadura militar argentina que había comenzado en el año 1976, se decidió iniciar la guerra de las Malvinas, donde se entremezclaron legítimos derechos de reivindicación, con aspiraciones políticas de un gobierno, cuyo prestigio estaba notoriamente deteriorado, y necesitaba de alguna manera, contar con el apoyo popular. 

Las tensiones en las relaciones argentino-británicas habían crecido debido a ciertos incidentes, como el de una operación naval secreta llevada a cabo por la Argentina, en una isla de las Sanwich del Sur, llamada Thule, con fines científicos, en 1976, que según los ingleses encubría otro propósito.

El Presidente de facto, general Leopoldo Fortunato Galtieri, y los marinos Jorge Isaac Anaya y Emilio Massera, comenzaron a plantear una estrategia bélica, considerando que Estados Unidos permanecería neutral. Previamente, Galtieri intentó negociar con los ingleses pero estos desestimaron el pedido.

El 28 de marzo de 1982, partió la flota hacia Malvinas, integrada por el buque Cabo San Antonio, el portaaviones 25 de Mayo, los destructores Santísima Trinidad y Hércules, las corbetas Grandville y Drumond, el submarino Santa fe y el rompehielos Irízar, recuperando las islas el 2 de abril de 1982, tras la rendición sin ninguna resistencia, de su gobernador Rex Hunt, creándose una gobernación militar argentina.

Puerto Stanley, su capital, fue denominada Puerto Argentino. El canciller argentino Nicanor Costa Méndez inició las negociaciones por vía diplomática. El Consejo de Seguridad de las naciones Unidas, dictó la resolución 502, el 3 de abril, donde de 15 votos se contaron 10 a favor de su aprobación (Estados Unidos, Francia, Guayana, Irlanda, Japón, Jordania, Togo, Uganda, Zaire y Gran Bretaña) 4 abstenciones (Unión Soviética, China, Polonia y España) votando sólo Panamá en contra de su aplicación, que favorecía al gobierno inglés. Por dicha resolución se ordenaba el retiro de las fuerzas argentinas, y buscar para el conflicto, una solución diplomática. 

El enviado norteamericano Alexander Haig, intentó una mediación, proponiendo una administración tripartita integrada por los dos países en conflicto y Estados Unidos que actuaría como garante, iniciándose una negociación directa, con consulta a los isleños. Esta propuesta fracasó, lo mismo que la del presidente del Perú, el arquitecto Fernando Belaúnde Terry, que mostró una posición de apoyo a la causa argentina.

El día 10 de abril, la Plaza de Mayo, en Buenos Aires, reunía a una multitud enfervorizada que clamaba por la recuperación de las islas.

El día 15 de abril, se creó el Fondo Patriótico Malvinas Argentinas, donde se alentó mediante campañas publicitarias el aporte en dinero y especies para la causa patriótica, que reunió muchísimos fondos, de los que no se supo su destino final.

El día 19 de abril, el Canciller Costa Méndez, solicitó la aplicación del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca por el cual habían comprometido su solidaridad los países americanos ante la amenaza a un estado miembro, por parte de otro perteneciente a otro continente.

Desde Gran Bretaña, bajo la férrea y conservadora administración de la Ministro Margaret Thatcher, zarpó una flota que logró la rendición inmediata de las tropas a cargo del teniente Alfredo Astiz, recuperando las Georgias, luego de atacar Puerto Leith y Grytviken. 



 
El 1 de mayo los británicos atacaron por primera vez desde el aire, cuatro veces en Puerto Argentino, y con helicópteros en Puerto Darwin. Las tropas argentinas impidieron el desembarco.

El hundimiento del buque General Belgrano, el 2 de mayo, fuera de la zona de exclusión declarada por el Reino Unido, fue el comienzo del desastre argentino. Se contaron 323 personas entre muertos y desaparecidos. Los argentinos no contaban con fuerzas organizadas. Los soldados, mal alimentados y peor armados, con ropas inadecuadas para el crudo frío del sur y con sólo 18 años de edad en su mayoría, ya que se había reducido a esa edad el cumplimiento del servicio militar. Se acumularon tropas en el archipiélago sin ninguna estrategia. Los británicos eran superiores en armamentos, entrenamiento y recursos militares de todo tipo.

El 4 de mayo de 1982, nuevamente se sufrieron ataques aéreos ingleses en los puertos Argentino y Darwin. El destructor inglés Sheffield, fue hundido por la Aviación Naval argentina, equipada con misiles Exocet.

El 9 de mayo fue hundido el pesquero argentino Narwal y el 12 del mismo mes, desde Southampton partió el trasatlántico Queen Elizabeth con 3.800 soldados. Mientras las propuestas de paz fracasaban, Argentina lograba algunos triunfos, como el hundimiento de la fragata Ardent y la destrucción de tres aviones Harrier y dos helicópteros.

El 8 de junio un intento de desembarco en Fitz Roy y Bahía Agradable fue impedido por la Fuerza Aérea argentina. La fragata Plymouth y los transportes de tropas Sir Galahad y Sir Tristan fueron hundidos.

El 12 de junio, un día después de que el Papa Juan Pablo II arribara a la Argentina bregando por la paz, luego de haber estado en Londres, hubo en las islas intensos combates que permitieron a los ingleses, al mando de Jeremy Moore, avanzar sobre Puerto Argentino.

A las nueve de la mañana, del 14 de junio de 1982, los ingleses solicitaron la rendición argentina. El Presidente Galtieri se negaba a aceptar la derrota pero el general Menéndez aceptó la rendición.
La guerra dejó como saldo 649 soldados argentinos muertos, 255 ingleses y 3 isleños. La argentina perdió la posesión de las islas, y la Junta Militar, vio aniquilado el poco poder que le quedaba, sellando el camino de la restauración democrática que se concretó en 1983.











El diario Clarin, el diario La Nación, las revistas 7 días, Gente, Somos y otros medios, fueron cómplices por acción u omisión de la dictadura desde 1976 a 1983. El papel que jugaron los medios durante la represión salvaje que causó 30 mil desaparecidos contó con la anuencia, el silencio, y la complicidad de los propietarios y directores de las empresas periodísticas.













1982: GALTIERI Y EL PAPA


El 11 de junio, aterrizó en el aeropuerto internacional de Ezeiza el avión que conducía a Juan Pablo II. El arzobispo de Buenos Aires, cardenal Juan Carlos Aramburu y el nuncio apostólico, monseñor Ubaldo Calabresi, subieron a la aeronave a dar la bienvenida al Papa. Luego de besar el suelo argentino, el Santo Padre fue recibido por el Presidente de la Nación, General Leopoldo Fortunato Galtieri y por autoridades civiles y militares.

En la Casa Rosada, fue recibido por el Presidente y tuvo un encuentro con los miembros de la Junta Militar. Luego pasó a la capilla de la Casa de Gobierno donde oró unos momentos. Antes de retirarse el Santo Padre se asomó al balcón para saludar a la inmensa muchedumbre que colmaba la Plaza de Mayo.






FOTO DEL LIBRO "MALDITO TU ERES" de Hernán Brienza



El nuncio apostólico Pio Laghi y el entonces arzobispo de Buenos Aires, Juan Carlos Aramburu departen amablemente con los jerarcas del Proceso, Jorge Videla, Leopoldo Galtieri, Omar Graffigna y Armando Lambruschini. El silencio de la Iglesia argentina frente a las violaciones a los derechos humanos fue fundamental para que la dictadura llevara adelante su plan de exterminio de la “subversión”.



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