viernes, 22 de febrero de 2008

BAJO LA ALFOMBRA


Hoy se indignó de nuevo. Cotidianamente transita algunos minutos por los carriles de la impotencia. Es esa sensación de ahogo que algunos conocemos, debida a la nausea y el asco de vivir en una sociedad hipócrita. Convivir con seres indolentes es la cuota parte que le toca en esta democracia subdesarrollada. Después se le pasa y se olvida. Siempre hubo injusticia, así funciona la gran maquinaria. Alguna vez, corazones dolidos empuñaron la escoba para barrer la mierda y fueron masacrados. La gran maquinaria no perdona. Statu quo le dicen.

Es el tema del día: Un grupo de pobres revolvedores de basura inquieta a los vecinos de un barrio petitero. La policia pone orden empujando y machucando las sucias humanidades. Una zona residencial que se precie de ser vivida no se banca carpas mendigantes con carros oxidados, cartones amontonados, miseria expuesta. No sea cosa que se deprecie el circuito inmobiliario. La pobreza no se muestra, como no se muestra el culo. Uno no anda por allí mostrando las partes pudendas sin ton ni son. Solo se ven los culos lindos (y eso por necesidades del mercado, el templo donde vive el dios plata, benefactor de nuestro estilo de vida capitalista y cristiano). Y esta es la excepción que confirma la regla. Sólo se muestra lo que da réditos y si no: DELETE.

En pampa y la vía, los niños mocosos acusan con su mirada mansa a señores y señoras que pagan sus impuestos y quieren vivir tranquilos. Las caras sucias molestan. La cámara le hace un paneo, un plano general, un primer plano: el nene pollito mojado, el nene patito feo, el nene perro piojoso , el nene gato sarnoso... otro tema, vamos a un corte.

Los autos gritan bocinazos. Los taxis regulan broncas detenidas. Recalientan los choferes. Se enfrían las conciencias. El derecho constitucional a transitar libremente se ve conculcado por un puñado de inadaptados. La ciudad transpira mugre de almas abúlicas. Un colectivo cargado de reses colgadas de un brazo acelera una nube espesa. Hay un grano con pus en el cruce de las avenidas.

La guerra está lejos. En la ciudad las inundaciones no mojan. Los terremotos no tiemblan. La contaminación no mancha. Los pobres son invisibles y si asoman la cabeza, duro con ellos. Hay una parte excremento que no debe flotar. Hubo un tren blanco lleno de negros que se fue. Hubo miles de parias buscadores de tesoros en bolsas de nylon que poco a poco se murió de hambre. Hay un pozo ciego social en la estación Indiferencia para los deyectados, los que no sirven.

Hasta los perros son privilegiados en la ciudad sátrapa, los perros ciudadanos, de collar y medallita con nombre, los consentidos ensuciadores barriales, meadores profesionales, contaminadores auditivos en noches de insomnio. Hasta su caca es otra cosa, soretes escultura natural , soretes homenaje, soretes me cago en tu vereda, sus heces son la sagrada inmundicia del mejor amigo de los aseados contribuyentes.

Señora señor de buena familia no se preocupe. La sólida preocupación de las fuerzas vivas custodian las reservas morales de la patria. Los esbirros harán su trabajo. Los noticieros los mantendrán informados. La gran maquinaria no se detiene. Amén.

1 comentario:

Anónimo dijo...

salu amigo! un abrazo desde los pirineos,con el corazón allí,en cualquier esquina de Buenos Aires en donde la navaja se puede cruzar pero el pecho es fuerte...
En junio espero verte porai...un saludo a los manzi...
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