UNA ELEFANTA EN LA ESCUELA

Una anécdota vale más que 1.000 palabras. La imagen es reciente: una gorda con tapado de piel sintética, que impunemente, avanzó entre padres y madres presentes, para sacarle fotos a su nietito de 4º grado, que juraba la Bandera en el acto de la escuela, por el 20 de junio. La mina, llegó al frente luego de sortear todos los humanos obstáculos, y se posicionó adelante de mi nena de primer grado sentadita en primera fila con sus compañeritos. Sonriente, estacionó su enorme tilinga humanidad, y cámara en mano, hizo caso omiso a la presencia de los únicos privilegiados, que no podían ver el acto. Acorralada por tan atemorizante corporalidad, la nena y su compañerito de al lado retrajeron sus piecitos y los subieron a las sillitas, para que no se los pisara la entusiasta fotógrafa vocacional, bamboleante como un tentenpié del oso yogui.

─ Señora, señora... señora, se puede correr...

La mina, ni se mosqueó. Nada.

─ Señora, señora... está tapando a los chicos...

Silencio. Indignado, mi dedo indice increpó la espalda del bulto sordo.

─ Señora, señora...

─ Ay, no me toque, no sea maleducado...

─ La maleducada es usted, usted está tapando a mi hija y a los otros niños, la nena no puede defenderse de su falta de registro...

Me puteo por lo bajo, me escupió odio con los ojos, me hizo un gesto de desprecio, y siguió sacando fotos como si nada, en un costado, a unos pasos de donde estaba antes.

En ese momento, desde el micrófono, la directora, emocionada por el hermoso acto escolar, llamaba a rescatar los valores que habían enunciado los alumnos en sus alocusiones patrióticas; proponía construir una comunidad educativa, una sociedad, donde los adultos les demos el ejemplo a nuestros hijos, para lograr un futuro de igualdad, respeto, inclusión y libertad.

Seguramente, la egocéntrica fotógrafa nunca escuchó el mensaje, estaría pendiente de su pixelado ombligo...

Daniel

Mancuso

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