AMOR DE PRIMAVERA

Anda dando vueltas. Una presencia cálida, etérea, necesaria. Numinosa. Pero no es enteramente lo otro, por el contrario, nos pertenece y se potencia en el otro, es la emoción misma de lo divino, no en el cielo, no en la estampita, en nosotros y en el otro.

Es la felicidad que corre delante, para que dejemos la estupidez, pero que se deja alcanzar. Una utopía nueva, menos pretenciosa, necesariamente compartida, para que se reproduzca y brote, brote, brote en millones de sonrisas. Por primera vez, en muchos años, no me da culpa ser feliz, porque no estoy solo. Ya no, ya no habrá soledades de ningún tipo. No lo vamos a permitir.

Soy con vos en vos, soy ella para ella por ella. La santísima trinidad, de veras. Soy somos de la banda del Eternauta, con eso me alcanza y sobra. Después viene la proyección, la multiplicación de los panes (para multiplicar corazones). Somos tres, somos 40 millones (con algunas excepciones insoslayables), somos infinito si se nos da la gana, y somos héroes en colectivo y a pata.

«Soy feliz, soy un hombre feliz y quiero que me perdonen por este día los muertos de mi felicidad».

¿Qué más puedo pedir?

Ah, sí, puedo pedir que te sumes a compartir si es que todavía no te diste cuenta...








Y para mis amigos de allá: Shakespeare, Chomsky, y alguno más...

Daniel Mancuso