Con el paso del tiempo, la neuronas van perdiendo la capacidad de comunicarse con precisión, rapidez y a larga distancia con otras células, ya sean nerviosas, musculares o glandulares.
Cuando eso sucede, los razonamientos suelen derrapar en el fango de los equívocos, la lengua mete la pata, y la pata tropieza en las baldozas de la boludez.
Pino no tiene la culpa, es el tiempo, el implacable, el que pasó...
Daniel Mancuso
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saludos cordiales