lunes, 12 de mayo de 2014

ANDRÉS CARRASCO O TODAS LAS HOJAS SON DEL GLIFOSATO








¿Para qué sirve un científico? ¿Para quiénes trabaja, investiga, descubre? En general, los científicos y la ciencia están al servicio de las corporaciones. Pero hay excepciones. Andrés Carrasco confirmó los efectos devastadores del glifosato y acompañó con su investigación a los pueblos fumigados. Aunque nadie lo escuchó.

Él no se fue, no se exilió, no era un científico repatriado; era un científico ninguneado. ¿Quién dijo "nadie es profeta en su tierra"?

Ahora, a los 67 años, ANDRÉS CARRASCO se murió, y muy poco se habló de él, igual que cuando estaba vivo, se lo ignoró nuevamente. Había sido presidente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) entre 2000 y 2001, y fue un reconocido especialista internacional en biología del desarrollo.

En 2009, el Laboratorio de Embriología Molecular del Conicet-UBA (que funciona en el ámbito de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires -UBA- y del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas -Conicet-, conformado por licenciados en bioquímica, genética y biología, y que estudió el efecto del glifosato en embriones anfibios, desde la fecundación hasta que el organismo adquiere las características morfológicas de la especie...) decía: “Concentraciones ínfimas de glifosato, respecto de las usadas en agricultura, son capaces de producir efectos negativos en la morfología del embrión, sugiriendo la posibilidad de que se estén interfiriendo mecanismos normales del desarrollo embrionario”.


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Desde los medios masivos de confusión y desde ámbitos gubernamentales se lo silenció o se lo ignoró o se lo denostó. Decía La Nación...

    «Es notable que se pretenda difamar sin pausa a empresas de la más alta tecnología mundial y a usuarios de productos que han sido legalizados por las autoridades nacionales, provinciales y municipales. ¿Por qué los críticos no comienzan por denostar a los poderes públicos de incumbencia? El mismísimo ministro de Ciencia y Técnica, Lino Barañao, salió en su momento al cruce de una campaña fundada en opiniones de científicos locales opuestos al criterio mayoritario de la propia comunidad académica y a lo que arroja la experiencia acumulada en los más de 110 países en que está en uso aquel agroquímico.
    »Sabemos que sin la batería de agroquímicos legitimados por las autoridades se esfumarían los márgenes extraordinarios de productividad alcanzados en la última década por el campo, no sólo con la soja, sino con otros cultivos también. ¿Es, acaso, esto lo que incomoda a un renovado nihilismo: escándalo por generar más alimentos y ahora, además, los combustibles que se logran con el biodiésel y el etanol? ¿O es que habrá llegado el momento de preguntar por el número de fuerzas movilizadas a raíz de la eficacia de los agroquímicos en combatir, en países próximos al nuestro, los cultivares de coca que exceden en mucho al mercado de su consumo legal e integran la cadena de narcotráfico que hoy se enseñorea en la Argentina en su paso hacia Europa?»


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La soja sembrada en el país ocupa más de 17 millones de hectáreas de diez provincias y es comercializada por la empresa Monsanto, que vende las semillas y el agrotóxico Roundup (a base de glifosato), que tiene la propiedad de permanecer extensos períodos en el ambiente y viajar largas distancias arrastrados por el viento y el agua. Se aplica en forma líquida sobre la planta, que absorbe el veneno y muere en pocos días. Lo único que crece en la tierra rociada es soja transgénica, modificada en laboratorio. La publicidad de la empresa clasifica al glifosato como inofensivo para al hombre.



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En mayo de 2009, más de 300 científicos, intelectuales, referentes de los derechos humanos y organizaciones sociales nacionales y extranjeras salieron a respaldar sus trabajos, ante la descalificación que habían expresado compañías agroquímicas, cámaras empresarias, algunos funcionarios y medios de comunicación.

En agosto de 2010, estuvo en Chaco, en el conocido episodio de La Leonesa. Estaba por dar su charla, pero empresarios arroceros y punteros políticos intentaron “lincharlo”. “Había concurrido a una escuela de un barrio fumigado, y no pudo hablar. Lo sorprendió la violencia de los defensores del modelo”, contaba el periodista Darío Aranda.


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Héctor Huergo: Hay un supuesto trabajo de investigación que de alguna manera involucra al CONICET, que es uno de los organismos que dependen de este Ministerio, que plantea las complicaciones que se podrían generar a partir del uso del glifosato. En realidad, creo que lo que determinaba era algún problema en el desarrollo de embriones anfibios y se extrapolaba a las implicancias del uso del glifosato en la Argentina. Quería preguntarle cuál es la visión de este Ministerio y si ese estudio está avalado por el organismo.

Lino Barañao: Ese estudio, lo realizó el Dr. Andrés Carrasco, que es Director del Laboratorio de Embriología de la Facultad de Medicina, es un investigador que tiene una larga trayectoria en el tema pero es un trabajo que aún no ha sido publicado. Él comunicó sus hallazgos preliminares a la prensa, esto no es parte de un estudio encargado por el CONICET, ni es parte de una comisión institucional. En otras oportunidades se ha pedido al CONICET que se expidiera sobre un tema particular, en ese caso se convoca a un panel de expertos que emiten opinión. Esto es simplemente la comunicación de un investigador particular y no ha sido sometido a juicio por un panel de expertos ni nada por el estilo.



Daniel
Mancuso




























1 comentario:

Edukadores dijo...

Un gran tipo. Tuve el placer de conocerlo. Se fue temprano, no se por qué

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