martes, 19 de octubre de 2010

YO LOS CONOZCO SON CHOTOS LOS MONOS




A esta altura de la vida, hay algunas cosas que van quedando afuera. No se puede transar el país que queremos por el de la derrota y el escepticismo, ni la alegría de la construcción por el gataflorismo tilingo.

No quiero ser duro. Hasta no hace mucho éramos amigos o compañeros o conocidos, o algo por el estilo. Antes, el enfrentamiento era más esporádico o sutil. Cada tanto, discutíamos fuerte a la hora de las elecciones, y punto. Después de la 125, la brecha se hizo notoria y ya no hubo vuelta atrás.

No se trata de peronismo y antiperonismo, ni de izquierdas y derechas. Vos me vas a entender, con el sentido común de un laburante de a pie, con la cordura que se opone a la estupidez. Sigue siendo la dicotomía histórica que atraviesa 200 años de argentinidad: liberación o dependencia.

No todos lo entienden. La clase media que lee Clarín o La Nación, que mira TN, alimenta su odio gorila y se deja hipnotizar por los espejitos corporativos. Allá ellos. Cada uno elige su propio infierno.

Después de la implosión del 2001, que había venido a derrumbar los cimientos de la democracia, y nos condenaba a las asambleas barriales y los clubes del Trueque, la política se coló en nuestras vidas, floreció en los aires cotidianos, y perfuma desde entonces todo el paisaje ciudadano. Ya no se soportan los malos olores de la antipolítica, el hedor reaccionario de los ignorantes, la podredumbre de espíritus mentecatos, ni la lucidez imbecil de los facho-trosco-anarco-pino-pseudo-libres-progresistas del sur.

La década infame de los 90 quedó lejos, pero como la hierba mala, insiste en asomar sus brotes neoliberales. Se armó quilombo en fiestas familiares, reuniones, almuerzos y cenas. Me fui de un grupo de correos electrónicos y dejé de concurrir a ciertos encuentros sociales. Nos dejamos de ver y frecuentar. Una faja de clausura cerró la relación. La crispación, la de ellos, es el maquillaje de un odio larvado que oculta una profunda necedad. La ameba espiritual que alimenta sus deseos.

Sin embargo, la vida sigue. Cada día, comparto cosas con individuos así, y ciertamente, le tengo cierto aprecio a más de uno. Tenemos una convivencia (o historia previa o recuerdos o vivencias que nos unen), a pesar de que el presente nos distancie. El colectivo, los comercios del barrio, la plaza, volviendo a casa, la escuela, el club, el laburo, un cumpleaños... nos cruzamos por allí y conversamos.

Es en esos momentos cuando irrumpe el abismo. Las palabras abren el agujero por donde fluye la niebla. Sin pausa. La niebla se va espesando y en un momento dado, mi interlocutor desaparece, su voz se aleja, y estamos lejos, muy lejos. Como dos astronautas naufragando en el espacio, nos alejamos en busca del big bang. Entonces tomo el lápiz imaginario y hago una crucecita. Otro más que duerme afuera de mi consideración y mi estima. Se murió en algún asteroide canalla.

Convivimos en una sociedad llena de humo, aunque no se den cuenta. Nosotros y ellos. Hay un límite tácito que nos divide a los mortales: de un lado nosotros, del otro ellos. ¿Qué determina el bando? El nivel de estupidez: si muy alta, por allá; si más o menos aceptable, quédese cerca, hágase amigo.

Los PAPAGAYOS, bichos lejanos e insensibles, repiten, fecundan, multiplican las frases prefabricadas. No hace falta que prenda la tele, ni siquiera hace falta tener tele, ellos reiteran felices lo que la tele les dicta, y eso es el verdadero socialismo del siglo XXI, antichavista, versión monopólica. Comparten ideas masticadas, fáciles de ingerir, como alimento balanceado, con todos los ingredientes para ser un terrible idiota.

Se sienten bienpensantes, pero están hinchados las pelotas con los derechos humanos. Se oponen al censo y la recuperación de la plata que tenían las AFJP pero ahora quieren el 82 % y critican el veto. Si bien les molesta el futbol para todos y Aerolíneas, ven todos los partidos que pueden y que antes miraban en un bar. Por qué no privatizan de nuevo todo, piensan. Que vuelva el uno a uno. Quiero ir a Miami. Todos somos Fibertel. Quiero las 50 cuotas y dale con los feriados, ¿quién va a trabajar en este país? Se van de vacaciones por Aerolíneas. Compraron el auto 0 KM, al contado. Insisten que así no se puede vivir porque mueren todos los días cientos de veces los mismos muertos y lloran los familiares a la mañana tarde noche y siguen al otro día llorando. Pero esto ya lo ví antesdeayer. No importa, hay que quejarse. Las teorías conspirativas son la última moda, y alguien que se precie de pertenecer no puede perderse la oportunidad de conspirar, aunque sea desde la pileta del country.



Nosotros no somos los cará de orto,
yo los conozco, son chotos los monos:
Pino, Adolfo, Macri, Alfonsín,
Cobos, Lole, Binner, Carrió.
Yo pongo los votos sólo por Cristina,
los otros son locos, yo los conozco, no los soporto.
Stop. Stop.



Bonus track pelotudo...








Daniel Mancuso

2 comentarios:

Daniel dijo...

No pudiste haber sido más exacto en tu descripción. Es así, TAL CUAL.

GALLO ROJO dijo...

!!Emotivo ,relato Mancujaurechiano,exelente cumpa.!!

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