jueves, 27 de mayo de 2010

DISONANCIAS


Los millones de argentinos en las calles son la más clara expresión de libertad y alegría que las naves insignias de la desinformación, Clarín y La Nación, se encargaron de ocultar durante tanto tiempo. Desde las usinas del desencanto y la crispación se azuzaba a la gente a tener miedo y a descreer de la política.

Sin embargo, la Patria fue rescatada de las sombras que la asociaban con la dictadura y los militares genocidas, y volvió al patrimonio del pueblo movilizado. La bandera y la escarapela recuperaron su valor simbólico potenciador de una argentinidad que une a cada cual con su próximo para permitir pensarnos juntos e imaginar un futuro armónico y justo.

No está claro quien capitalizará toda esta energía movilizada, pero el gobierno nacional viene conduciendo y protagonizando los acontecimientos políticos y sociales con inteligente pericia.

La fiesta fue un éxito y los opositores más furiosos al gobierno nacional tuvieron que aceptar que las cosas se hicieron bien. Hasta Clarín tituló en forma asertiva el desarrollo de los eventos del Bicentenario. Aunque siempre hay mediocres que quieren destacarse y dar la nota. Oscar Aguad, el jefe del bloque radical, dijo muy suelto de lengua...


En 1910 se vivía un clima de optimismo, reflejo de un futuro promisorio para nuestro país. Sin embargo, la percepción de estos días, compartida por la mayoría de nuestros compatriotas y también desde afuera, pareciera ser el desencanto como reflejo de nuestros interminables de-sencuentros”...

“Encontrar a la prensa y a la libre circulación de las ideas como los responsables de nuestros fracasos forma parte de una cultura autoritaria y refractaria que pretende imponer a la Nación un punto de vista, una sola mirada o las terribles consecuencias del pensamiento del que gobierna”...


Pero lo de Oscar Aguad es un juego de niños. La prosa rebuscada de Pepe Eliaschev, cargada de odio de clase y una envidia incontenible por no poder disfrutar la alegría ajena muestran a un hombre viejo, que se quedó en el Centenario, con la cabeza reaccionaria de una Argentina para pocos...


Lejos de la pompa acosadora, mutantes y buscas patrullan con displicencia la “Ciudad Bicentenarizada”. El estruendo hiriente que envuelve al Centro suscita la respuesta despreciativa de un sarcasmo sordo. Las gentes van y vienen, rodeadas de un pronunciado aire de ajenidad. Los fastos encarados a alto costo para celebrar los famosos doscientos años del país no los afectan, ni tampoco interpelan.

En varios sentidos, las muchedumbres porteñas miran de reojo y con fastidio el desparramo en una ciudad colapsada por preparativos de gruesa teatralidad. Se nos informa que estamos de fiesta.

Con la 9 de Julio literalmente intervenida, las laterales son corredores de pintoresco existencialismo, patrullados por merodeadores de todo pelaje. Al mediodía del jueves, camino por Lima desde Avenida de Mayo, y paso junto al sobredimensionado stand de las Madres de Bonafini convertidas en estatuas. Por la acera, innumerables tarjeteros, uno cada diez metros, reparten una folletería reveladora de un país envilecido donde innumerables desocupados rasguñan el fondo de la olla. Entregan unas pequeñas octavillas de 8x5, las mismas que decoran las derruidas cabinas telefónicas, vergonzosamente subsistentes...



Gracias a dios, tenemos el don del entendimiento, la comprensión y la ternura. Estos dinosaurios que escupen palabras vacías de realidad, estos fantasmas que se engendran en mentes enfermas de soledad, son erupciones convulsivas del capital pecado de soberbia. Cólera o ira expresadas con acciones o palabras altivas e injuriosas, que como la película esa, pertenecen a lo que el viento se llevó.


Daniel Mancuso

3 comentarios:

Unknown dijo...

Hoy descubro tu blog, Genial, felicitaciones desde Alternautas Radiales FM Barrial de San Miguel.
Tabby Cordero

Claudio Casco dijo...

¿Fue un acto fallido que salieran los referentes opositores a hablar bien del éxito popular del evento? Digo esto porque ni bien los medios gritaron empezaron a mostrar el pelaje.
Un abrazo

Anónimo dijo...

Relamente...es increible la bajeza a la que puede llegar un ser humano. Es mas increible proviniendo de personas que deberian hacer de la ecuanimidad su bandera (me refiero a los periodistas). Son viles...simplemente viles. Vamos a asistir en los proximos dias y meses a un bombardeo de escritos y dichos en los que nos van a querer convencer de que lo que vimos en el Bicenteanrio en realidad...no es verdad. Ya empezaron con sus interpretaciones aviesas... seguiran con algun testigo inallable sobre un delito inexistente...y finalizaran con la negacion directa de la realidad.

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