miércoles, 24 de marzo de 2010

DÍA DE LA MEMORIA






























En algún momento, se nos cruzó la imagen por delante de la zozobra: ¿De cuántas maneras se presenta la muerte? ¿Cuál será la que nos toque?

La dictadura congeló esa angustia colectiva en un sinnúmero de colores gastados: el verde oscuro de los falcon tenebrosos que chupaban compañeros, el gris de los camastros metálicos improvizados como mesa de torturas, el amarillo de los ladrillos de vidrio para confundir a los prisioneros con la luz de una lamparita, el marrón de las aguas del río que tragaba los cuerpos arrojados desde las nubes, el rojo de la sangre parturienta de las mazmorras, el miedo blanco, adentro y afuera, las lágrimas plateadas de impotencia. La violencia genocida condensó todas las muertes en una figura insustancial, los desaparecidos. Y el terror enfermó la patria. La garra autoritaria le escupió la cara y la violó a piacere y le dijo: callate puta, no te das cuenta que te estoy defendiendo, carajo.

En esos días, caminábamos las calles resignados, esperando la frenada artera, mirando para atrás, para el costado, simulando coqueterías, buscando el reflejo en las vidrieras para descartar sospechosos seguimientos. Algunas noches pintábamos libertades a pesar del temor al patrullero sorpresivo. A veces, creímos morir en esa pesadilla interminable. Se llevaron a fulano y a mengano, una y otra vez. El cerco nos robaba el sueño, el aire.

Ese 24 de marzo comenzó una vergüenza que se hizo grande como una bola de mierda cada marzo posterior, hasta que ya no hubo más lugar para el espanto, y las conciencias se mancharon de oprobio. No pagaron su culpa los traidores. Los asesinos tomaron sol en las playas de la impunidad. Los políticos mediocres perdonaron, indultaron y olvidaron la decencia.

Pasaron 34 años. Pasaron curas, obispos, jueces, delatores, camaristas, infiltrados, cómplices, ideólogos, gerentes, empresarios, amanuenses, ortibas y canallas varios. Se reciclaron, se mezclaron, reiniciaron una nueva vida escondiendo las manos manchadas. Tiran piedras desde el balcón de la tilinguería, baten cacerolas y hacen el lock out de la abundancia. Evaden. Evaden culpas, evaden impuestos, evaden responsabilidades, evaden la cárcel.

Nosotros resistimos. Reivindicamos, recordamos a nuestros compañeros. Recuperamos la alegría. Y seguimos peleando, imaginando futuros felices, justos, dignos.

Lo peor del caso es que sigue habiendo resabios dictatoriales atravesando el eter, sobreactúan desparramando pamplinas y lisonjas para cautivar cerebros distraídos, pusilánimes, tontos.

Las madres parieron batallas silenciosas, devinieron en abuelas que parieron nietos recuperados. La democracia chueca tiene carroña todavía. Tienen poder, dinero, influencias, jueces, escribas, adulones y cipayos. Nunca estuvo más claro que ahora la oportunidad de elegir de qué lado estar. La libertad, dicen, es poder elegir. O te quedás con los demagogos, chantas, vendidos, caretas, sanateros, blabletas y mangiapapeles o te venís con nosotros.

Somos de abajo. Somos memoria y lucha. Somos unidad, organización y solidaridad. De este lado no queremos pavos reales, sólo trabajadores de una patria en ciernes. Si te sentís muy importante, primero bajate del caballo y aprendé a compartir, empezá a condolerte del dolor ajeno y dejá el ombligo para el nunca más, que no se puede pensar el todos en un espejo.

Y después, después dame un abrazo y caminemos pa delante. Bienvenido hermano, compañero, próximo, desconocido de facebook, autoconvocado que alguna vez pensaste que la política era cosa fea y hoy fuiste a la plaza, bienvenidos todos los que queremos una patria libre, justa, soberana.



Daniel 
Mancuso







2 comentarios:

John Sunday dijo...

Muy bueno Daniel, realmente, muy bueno.

Anónimo dijo...

Como ayer, cada palabra que escribiste me dio escalofrios. Igual, por ejemplo, que cuando miro Garage Olimpo, o la impunidad con la que se mueven ciertos jueces o funcionarios, que nos heredó la dictadura en El secreto de sus ojos (la otra gente prefiere ver una historia de amor). La Plaza de ayer fue emocionante. El feriado fue el mejor de mis 40 años, tanto como aquel 25 de mayo del 2003 cuando Néstor nos devolvió la alegría, la sonrisa, el amor. Un abrazo, compañero!

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