VIRUS CROMAÑÓN

Mientras miraba las imágenes, puteadas, empujones, gritos, bronca, llanto, pensaba en esos sentimientos tan dispares. Algunos reían y festejaban, otros dolorosamente acongojados querían matar a alguien. Todos creen tener razón y dudan de las razones del contrario. Magnífico retrato de nuestra sociedad. Claro y preciso. Contundente.

Cuando era adolescente, fui arbitro de minibasquet. Un día me tocó dirigir unos partidos en Quilmes, no me acuerdo el club, pero sí recuerdo que luego de cobrarle una falta a un nene (que quedó afuera por haber acumulado 5 faltas) casi me matan. No pude salir del club, me sacaron escondido en un auto de uno de la subcomisión de basquet, que me llevó hasta la avenida...

Los familiares indignados no quieren que los músicos sigan tocando, mejor sería colgarlos en la plaza para que todos los vean mientras los buitres les comen las entrañas y se oxidan las guitarras con las lágrimas de odio que van gratuitamente hacia las alcantarillas. Nadie reflexionó sobre los encendedores y las bengalas en un local cerrado, nadie piensa en morirse porque siempre se muere otro. Sin embargo, la muerte no redime la estupidez, y no estamos hablando de Derecho sino de Estupidez.

Yo no tengo la culpa, la culpa la tiene el otro como dice el Monologo de Tato Bores. Una enfermedad que padecemos desde hace mucho y que difícilmente se nos cure. Tal vez, la llevamos en la sangre, ¿será el mate? o los transgénicos que comemos a diario. Quién sabe...

Luego de 200 años de batallas, sangre y muerte abundante, es difícil que no queden residuos violentos flotando en las cabezas argentas. Pero no somos despiadados, inventamos la picana eléctrica para evitar derramamientos de sangre innecesarios.

Hay enemigos rodeando nuestras vidas y nuestras haciendas. ¡A por ellos, destruidlos! Pongamos cercas electrificadas, rejas y candados para que no se roben mi rottweiler que se babea por morder a cualquiera que pasa por la vereda. Filmemos al cartonero ese, ¿qué lleva en el carrito? ¿Armas largas y municiones de guerra?

Si se cruzan delante de nuestros autos o camionetas, písémoslos. Si quieren pasar por nuestros piquetes, apaleémoslos. Si nos quieren cobrar derechos de exportación, volteémoslos. Si votan en contra de nuestros intereses, escrachémoslos. Si los jueces votan diferente a nuestras expectativas, quememos el Tribunal. Llenemos de comentarios soeces las páginas de los diarios en línea, denostemos a la conchuda hija de mil putas que comanda el Poder Ejecutivo montonero la puta que los re mil parió...

Nacimos y crecimos en una sociedad represiva, castigadora, autoritaria, asesina. Mamamos violencia de pies descalzos y panzas vacías, de pobres presos y ricos impunes. Escándalos de autos y joyas y palacios y viajes y aviones y vacas y latifundios y milicos asesinos y negociados, acciones y dólares fugados a paraísos fiscales...

¿Por qué ese pibe se compra las Adidas si vive en una villa? ¡Y el muy turro tiene celular! ¿A vos te parece?

Nos fuimos al country para huir de la inseguridad y nos roban y matan adentro del club house. Oh, my god! No se puede vivir.

¿Cuándo empezó la violencia? No vayamos tan lejos, tomemos el siglo pasado, como mojón de inicio, por ejemplo: los golpes militares y sus Dictaduras, la década infame...

...Los 50 con sus elogios al cáncer, el cobarde bombardeo a Plaza de Mayo, el golpe de Estado a Perón en 1955, los fusilamientos del General Valle y en los basurales de Jósé León Suarez (Operación Masacre).

El terrible golpe y Dictadura de 1976 con 30.000 desaparecidos y una herida que no cerró, ni se saldó ni hemos hecho el duelo porque muchas incognitas flotan ante nuestros ojos, todavía.

Hiperinflaciones, golpes de mercado, plan Austral, Menem y su década infame de los 90, De la Rua y Cavallo, sushi y corralito. Otra vez muertos en la Plaza de Mayo. 5 Presidentes en una semana, Duhalde y sus mentiras, Dario y Maxi ...

Estamos llegando al presente: el escándalo sigue escandalizándonos. Los curas pederastas, los curas asesinos y el silencio cómplice de los obispos, un Monseñor que decide qué debemos estudiar y qué no...























(El nuncio apostólico Pio Laghi y el entonces arzobispo de Buenos Aires, Juan Carlos Aramburu departen amablemente con los jerarcas del Proceso, Jorge Videla, Leopoldo Galtieri, Omar Graffigna y Armando Lambruschini. El silencio de la Iglesia argentina frente a las violaciones a los derechos humanos fue fundamental para que la dictadura llevara adelante su plan de exterminio de la “subversión”).

Y el escándalo supremo que violenta nuestros corazones: los patrones del campo preocupados por el hambre y la miseria.

Daniel Mancuso