martes, 5 de mayo de 2009

Augusto Boal INVISIBLE



El creador del Teatro del Oprimido murió a los 78 años, hace unos días, el 2 de mayo. Había nacido en Río de Janeiro, el 16 de marzo de 1931. La enorme mancha neoliberal que envenenó el planeta desde los 70, ensombreció raquíticamente la enorme obra y acción del sublime artista brasileño.

Augusto Boal había desarrollado los principios y métodos del Teatro del Oprimido a partir de una experiencia escénica que tuvo con campesinos peruanos en el marco de una campaña de alfabetización inspirada en la metodología de Paulo Freire.

« Creía que para llevar a cabo el auténtico teatro político hay que intentar transformar radicalmente las convenciones que dominan el mundo de la representación escénica. La separación entre actores y espectadores responde a un presupuesto ideológico que otorga a unos pocos el derecho a la palabra, la acción y la luz, mientras condena a los demás al mutismo, la pasividad y la oscuridad. Boal propone una ruptura de ese reparto de roles, permitiendo que los espectadores puedan intervenir activamente en la representación, ya sea aportando soluciones a los conflictos argumentales, planteando nuevas situaciones o dando indicaciones a los actores y al director ».

El Teatro del Oprimido surgió en un contexto histórico y político -finales de los 50 y principios de los 60- en el que el Partido Comunista Brasileño (PCB) había alcanzado ciertas cotas de poder social y el apoyo explícito de la mayor parte de los intelectuales y artistas de la época. Pero sus presupuestos no se alejaban demasiado del programa nacional-desarrollista que había puesto en marcha el presidente Getulio Vargas. De hecho, en algunos documentos oficiales, el PCB aseguraba que el obrero brasileño sufría más por el retraso del desarrollo económico del país que por la explotación capitalista. Al mismo tiempo, propugnaba una alianza de carácter patriótico entre los diversos sectores sociales y económicos brasileños, diluyendo la lucha de clases en beneficio del crecimiento global de la nación.

Por aquella misma época, Paulo Freire empezó a aplicar su influyente método de alfabetización, primero en el estado de Pernambuco y después en el resto de las regiones brasileñas. Hasta que en 1964, tras el golpe de estado contra el presidente Joao Goulart, tuvo que exiliarse a Chile, donde continuó desarrollando su programa pedagógico y alcanzó reputación internacional. El método de alfabetización de Freire no tenía exclusivamente un propósito funcional -esto es, enseñar a leer y a escribir-, sino que pretendía que los alumnos aprendieran a descifrar, intervenir y transformar el entorno que les rodeaba. De ese modo, propiciaba una relación dialéctica y horizontal (no vertical y jerárquica) entre profesores y alumnos, cambiando radicalmente los roles vigentes en el ámbito educativo.

"Según la Pedagogía del Oprimido -aclara Julián Boal- la tarea del enseñante no consiste en llenar la cabeza de los alumnos con el contenido de su narración (como si estuviese realizando una transferencia bancaria), sino en promover un aprendizaje crítico y constructivo".


« Augusto Boal se encuentra increíblemente vivo y tan elástico como siempre, quiero afirmar que su muerte es invisible porque sigue él adentro de miles y miles de hombres y mujeres y niños que encontraron en sus obras y sus dichos y su vida la iluminación para hacerse ellos mismos los muy visibles protagonistas de su destino ».

Daniel Mancuso


1 comentario:

Marcelo Fassanelli dijo...

En el año 86 tuve la satisfacción de ser partícipe en una obra de teatro del gran Augusto, "El gran acuerdo internacional del Tío Rico Patilludo", con el grupo Puro Teatro en la ciudad de Santa Fe. Lamento mucho la desaparición de este hacedor de cultura popular.
saludos

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